La adopción de un programa de integridad, tal como lo promueve el Programa DEPE, es una herramienta poderosa para mitigar riesgos de sanciones o daños reputacionales, y para mejorar la percepción de la organización frente a clientes y a inversionistas. “El 100% de las empresas que participaron en el Programa DEPE, consideraron relevante o extremadamente relevante el programa y su contenido. Los líderes empresariales valoraron la iniciativa de concientizar a las pequeñas y medianas empresas en adoptar un programa de prevención de la corrupción. Como las empresas privadas, con los demás actores de la sociedad, forman parte del sistema social en el que interactúan y se vinculan, mientras más empresas adopten programas de integridad mayor será el rol del sector privado como motor de cambio en el sistema de integridad del Perú”, resaltan.
En el marco de los desafíos a superar para alcanzar de manera ideal una cultura de ética e integridad en las empresas, nos remitimos al informe de Integridad Global 2020, basado en una encuesta a 3,000 empleados de empresas, en 33 países del mundo, realizado por Ernst & Young (EY), una de las firmas más importantes de servicios profesionales en el mundo. De la lectura de dicho documento, podemos inferir que existen cuatro retos específicos a enfrentar para consolidar buenas prácticas institucionales:
- El temor a represalias de los empleados al informar sobre malas prácticas en su empresa.
- La falta de discusión por parte de las direcciones sobre la importancia de un comportamiento íntegro en su organización.
- La tolerancia al comportamiento poco ético de los empleados de alto rendimiento por parte de las gerencias.
- La desconfianza en que los directivos o altos cargos demuestren un comportamiento íntegro.
El rol de las percepciones juega un papel protagónico en el contexto de implementación de una cultura organizacional ética. El mencionado informe sirve para comprender las problemáticas y desafíos pendientes de forma integral.
Dentro de los casos de éxito del Programa DEPE, se cuentan pequeñas y medianas empresas que operan en diversas regiones del país. Las ejecutivas del Programa de USAID, nos comentan como luego de la capacitación, una empresa, que opera principalmente en Cusco, tomó la decisión de iniciar la adopción de un modelo de cumplimiento anticorrupción, conducente a su certificación, incluyendo la implementación de mecanismos como una matriz de riesgos, un código de ética, cláusulas anticorrupción en los contratos de sus proveedores, entre otros.
Es así como gracias a tan importantes espacios de capacitación, Cálidda sigue afianzando la ética e integridad en su cultura organizacional, buscando permear con buenas prácticas corporativas a sus directores, personal administrativo, colaboradores y contratistas. Nuestro compromiso con la lucha anticorrupción es sólido y permanente. Solo protegiendo la institucionalidad del país a través del comportamiento íntegro de las organizaciones, podremos seguir llevando desarrollo y calidad de vida a más familias.