Durante el CADE del 2017 y gracias a iniciativas de reconocidos líderes del sector empresarial, se puso la primera piedra para lo que es hoy en día la asociación Empresarios por la Integridad, cuya labor se centra en acoger y buscar empresas, indistintamente del tamaño y rubro, para ayudarlas a promover valores y generar un cambio que fortalezca su integridad y juntos ser un agente de cambio que tenga un compromiso por luchar contra la corrupción en el país.
Mariela García de Fabbri -actual gerente general de Ferreycorp- ocupa el puesto de vicepresidenta de esta asociación que busca trascender por el bienestar del futuro de nuestro país. En la siguiente entrevista, nos comparte un poco más acerca de su trayectoria dentro de la organización y los procesos que llevan a cabo para certificar a las empresas que optan por adherirse a compartir los mismos objetivos de la asociación.
1.Por favor, compártenos tu experiencia y principales responsabilidades en Empresarios por la integridad; y como líder de Ferreycorp.
En el año 2019, Óscar Espinosa Bedoya -presidente ejecutivo de Ferreycorp en ese momento- impulsó junto con IPAE la fundación de Empresarios por la Integridad e invitaron a un grupo de líderes empresariales comprometidos con la causa de la lucha contra la corrupción desde el ámbito privado a ser socios fundadores. Posteriormente, en el año 2021, pasé a formar parte del Consejo Directivo; y ser vicepresidenta. Asimismo, soy parte del Comité Ejecutivo y del Comité de Ética. Por supuesto que cuando me invitaron a integrar la asociación, no dudé en sumarme a este movimiento, que estaba muy alineado con lo que promovemos y vivimos en la corporación. Tengo 34 años en Ferreycorp y siempre hemos gestionado el negocio poniendo por encima la integridad. Tenemos procesos muy robustos para evitar actos de corrupción.
2. ¿Qué criterios se evalúan para reconocer a las empresas con la Certificación Antisoborno?
Para poder otorgar el Certificado Antisoborno, comenzamos con una debida diligencia, tanto a la empresa como a las personas que se encuentran en funciones de alta dirección y gerencia. Luego, un tercero independiente a Empresarios por la Integridad realiza una exhaustiva auditoría para identificar si la empresa cuenta con un Modelo de Prevención antisoborno debidamente implementado, y si este cumple con nuestro estándar; que, según comentarios de las mismas empresas evaluadas, es exigente. Teniendo como base los resultados de la auditoría, se determina si se otorga el certificado; por lo tanto, este no se brinda en función a opiniones o subjetividades, o por no tener denuncias, sino más bien, se verifica que existan una serie de procesos y controles comprobados. La auditoría permite también identificar las áreas de mejora que son comunicadas a la empresa con una filosofía de mejora continua.
3.¿Cuál consideras es la relevancia de una cultura de integridad y ética en una empresa y cómo impacta esto en la comunidad en la que opera?
Considero que, hoy más que nunca, la cultura de integridad y el comportamiento ético son clave en todos los actores de la sociedad. La empresa privada es un actor de la misma, un actor, además, que tiene gran relevancia, pues aglutina a muchos individuos y, a la vez, sus actos tienen impacto sobre toda la población. Incluso la empresa privada tiene recursos importantes de conocimiento, de gestión, y lo que decida hacer puede ser emulado por muchos y puede abarcar de manera colaborativa a muchos agentes. No tengo duda que la empresa privada es hoy la llamada a liderar una cruzada en pro de la integridad y a la vez promover un cambio cultural en el país.
Los líderes empresariales somos conscientes de la relevancia que tiene la empresa en la sociedad, no solo por lo que produce u ofrece, sino por el impacto positivo que puede generar entre sus colaboradores y su cadena de valor. Es por ello que resulta fundamental que quienes dirigen las empresas no duden en que actuar haciendo lo correcto siempre es lo que corresponde.
Sin principios de actuación basados en la ética no hay empresa, individuo ni sociedad con posibilidades de ser viable. Las empresas sin ética, sin valores, no son sostenibles ni pueden generar un impacto positivo en su entorno y en los consumidores de sus bienes o servicios. Todo lo contrario, hemos visto cómo empresas que lograron un crecimiento importante, de un día a otro, por no actuar conforme criterios éticos, se han derrumbado, y se han visto tremendamente afectados sus trabajadores, sus clientes y todos sus grupos de interés. Estos casos que felizmente son aislados, afectan la reputación de todos los empresarios. Por eso, los que se portan bien tienen que deslindar y llamar la atención frente a malas prácticas.