El Estado y la masificación
Si bien el Perú cuenta con capacidad para masificar el Gas Natural, debido a sus importantes reservas probadas que le dan al país una independencia energética al menos hasta el año 2042, hasta ahora no ha sido posible llevar dicho recurso a todas las regiones con el mismo éxito que en Lima y Callao, pues la mayoría tiene una realidad muy diferente a la capital y, por lo tanto, es indispensable buscar otros mecanismos de inversión y desarrollo de infraestructura.
Actualmente, tenemos concesiones de distribución de Gas Natural en toda la costa del Perú, en donde vive el 70% de la población, teniendo un avance significativo solo en Lima y Callao, zona en la que existen 1.2 millones de conexiones residenciales, que benefician a más de la mitad de las viviendas de dichas ciudades, principalmente de los niveles socioeconómicos C, D y E, donde se han enfocado todos los esfuerzos de masificación en la capital, permitiendo que estas viviendas hayan ahorrado más de US$ 370 millones en energía.
¿Y qué ha hecho que el Gas Natural alcance ese nivel de penetración en la capital? Por un lado, el significativo esfuerzo de construcción de infraestructura llevado a cabo (más de 13,000 kilómetros de redes en 42 distritos) y una tarifa competitiva (el precio del Gas Natural es entre 40% y 60% más barato que el GLP y el diésel). Por otro lado, los subsidios a la conexión domiciliaria que se desprenden del FISE, y que han permitido que más del 56% de las conexiones en la capital hayan sido ejecutadas de manera casi gratuita o gratuita para la población de los NSE D y E.
Sin embargo, la viabilización de los factores antes mencionados no hubiera sido posible sin la importante demanda del recurso que existe en Lima y el Callao, la cual supera los 700 millones de pies cúbicos por día (MMPCD). El 80% de esta demanda está concentrada en 20 clientes, principalmente generadores eléctricos e industrias del rubro construcción y alimentos, que son las “anclas” que viabilizan el tendido de las redes de baja presión para atender al otro 20% de los usuarios, que son industrias menores, comercios, estaciones (grifos) y hogares. Solo como dato, los usuarios residenciales son el 99% del número de clientes, pero solo significan el 2.6% del volumen total de la demanda (18 MMPCD).
Las “anclas” son muy importantes en este proceso, ya que las tarifas de Gas Natural son establecidas por el regulador para remunerar las inversiones en redes y los costos de operación y mantenimiento de los concesionarios, y mientras más demanda exista en la zona de concesión, es menor la tarifa a cobrar a los usuarios. Este es un aspecto que no existe en otras regiones y que impide la masificación del Gas Natural siguiendo el mismo modelo de la capital.
A la fecha, más de 5 millones de personas en Lima y Callao disfrutan los beneficios del Gas Natural, una energía económica, segura y ecoamigable
Sin anclas y con dispersión
La falta de “anclas de demanda” en otras zonas que ya tienen una concesión y en aquellas regiones del Perú donde aún no hay proyectos para la distribución de Gas Natural, impide realizar inversiones autosostenibles que permitan lograr la expansión de la infraestructura de redes de distribución y llegar al usuario final con tarifas competitivas, que –a su vez– permitan recuperar la inversión del concesionario.
Otro factor importante es la gran extensión geográfica que existe en algunas ciudades y que ocasiona una mayor dispersión de la población y, por lo tanto, hace que requieran una mayor inversión en redes. A ello se suma la poca demanda de energía, pues son zonas en donde no existe un desarrollo industrial, que principalmente se dedican al comercio, turismo y agricultura, haciendo que las tarifas estén por encima de los precios de los otros combustibles que hoy utilizan.
La solución en manos del Estado
Ante este contexto, es necesaria la labor del Estado para poder masificar el Gas Natural a mayor escala, con dos acciones:
La primera, que la construcción de la infraestructura de Gas Natural sea realizada con fondos públicos, que pueden venir del FISE, el canon gasífero o de otro fondo estatal, para luego entregar la operación y el mantenimiento de las redes a un concesionario privado o público.
La segunda acción pasa por tener un subsidio cruzado, con cargo a los usuarios de Gas Natural existentes, a fin de lograr una tarifa única a nivel nacional que sea competitiva versus los combustibles sustitutos. Ya existe una propuesta hecha desde los gremios al gobierno con ese objetivo.
Al tener subsidiada la inversión en infraestructura con recursos públicos, la tarifa solo remuneraría los costos de operación y mantenimiento y, en caso las tarifas no terminen siendo competitivas solo con este mecanismo, el subsidio cruzado de tarifa única podría ser el camino final para generar las tarifas competitivas en favor de los usuarios finales.
Si se lograran ambos planteamientos, llevar el Gas Natural a más regiones podría ser una realidad, y con ello utilizar un recurso que es 100% producto peruano y que le permitiría al Estado no importar combustibles del extranjero para cubrir la demanda interna, operación por la que hoy gasta más de S/ 60 millones diarios. Todo está en manos del Ejecutivo.