Nuestra tarea en la transición energética
Según datos del Servicio de Cambio Climático de Copernicus (C3S), el 2023 fue el año más cálido a nivel mundial desde que se tienen registros (1850): la temperatura de la tierra alcanzó un promedio global de 14,98°C, cifra mayor en 0,17°C a la registrada el 2016, el año previo más cálido.
El incremento de la temperatura de la tierra está directamente relacionado con las emisiones de dióxido de carbono (CO2) y los gases de efecto invernadero producidos por todas las actividades humanas, teniendo una distribución por sector a nivel mundial de 29% electricidad, 29% manufactura, 20% agricultura, 15% transporte y 7% construcción.
Los países que registran las mayores emisiones de CO2 son China, EEUU, India, Rusia y Japón, los cuales aportan en conjunto aproximadamente el 60% del total global. En el caso del Perú, emitimos aproximadamente el 0,1% de las emisiones del planeta.
En su último reporte sobre transición energética emitido en 2023, Bill Gates nos menciona que, si bien hemos venido observando diversos desastres naturales en todo el planeta como consecuencia del calentamiento global, en los últimos ocho años se han visto muchos startups buscando soluciones innovadoras para desarrollar tecnología para la descarbonización en todos los sectores productores de emisiones, generando con ello una mayor confianza de que estamos dando los primeros pasos hacia la tan ansiada “Revolución Industrial Limpia”, que permitirá seguir cubriendo las necesidades de un planeta cuya población continuará en aumento (ya somos más de 8.000 millones de personas en el mundo, según la Oficina de Censo de los Estados Unidos).
Los últimos acontecimientos ocurridos en occidente, como el corte de suministro de gas natural de Rusia a diversos países de Europa, han puesto en evidencia la necesidad de avanzar en la transición energética, y aquí la tecnología viene jugando un rol muy importante; sin embargo, debemos tomar en cuenta la situación de cada país para el desarrollo de dicha tarea de manera racional.
Sobre ello, en el último reporte de la compañía BP, se menciona que la transición energética debe ser tratada responsablemente en tres dimensiones: Seguridad, Acceso y Sostenibilidad, siendo conscientes de que la velocidad en la que los países desarrollados deben concretarla tiene que ser mayor a la de los países emergentes, donde la necesidad de mejorar la calidad de vida de la población es una tarea pendiente y necesaria.
Como mencioné, nuestro país no es un gran aportante de emisiones a nivel global. Hemos venido realizando nuestra tarea en aquellas actividades en las cuales la tecnología está disponible, como la generación eléctrica y, aún con menores resultados, el transporte, rubros que representan solo el 15% del total de emisiones de CO2, según reporta nuestro Ministerio del Ambiente.
Otros sectores que también generan cantidades elevadas de emisiones son agricultura y uso de tierras (66%) e industria (13%). El resto (2.4%) proviene de los desechos, del uso de energía para el hogar y comercios.
En el sector generación eléctrica, hoy contamos con una matriz energética limpia, donde las hidroeléctricas, las termoeléctricas a gas natural y las energías renovables cubren el 100% de la demanda durante la mayoría del año. No obstante, aún existen momentos en los que, por factores climáticos, cada vez más continuos, tenemos que recurrir a centrales termoeléctricas a diésel.
Ello se evidenció el año 2023, cuando, debido a cambios climáticos que afectaron el periodo de lluvias, principalmente en la sierra, tuvimos que encender las turbinas de la reserva fría a diésel, generando no solo más contaminación, sino un mayor costo de energía, que se estimó en US$2.000 millones, según Macroconsult (si se hubiese usado gas natural, además de menores emisiones, el costo habría sido de unos US$350 millones).
Por eso, es importante seguir trabajando desde el Estado en incentivar el desarrollo de proyectos de generación térmica a gas natural (hoy parados), y de energías renovables en distintos puntos del país, que requerirán también de mayores líneas de trasmisión.
Respecto al sector transporte, donde predomina el uso de diésel en los vehículos pesados y de gasolinas en los livianos, la tarea aún es ardua y se requiere nueva infraestructura para sustituir el diésel. Hoy existe disponibilidad de vehículos de otras tecnologías, como el gas natural o la electricidad, los cuales son alternativas en el mercado, pero se tiene pendiente construir mayores estaciones de recarga a nivel nacional.
Esta tarea debe ser prioritaria para el sector privado y las autoridades, para mejorar la calidad de nuestro aire (en Lima ya contamos con más de 300 estaciones con gas natural y aumentarán conforme sigamos avanzando con las redes de distribución).
Tenemos que ser conscientes de que aún nos falta mucho por hacer en infraestructura y servicios a nivel nacional. Por esa razón, tenemos que ser responsables con llevar una transición energética ordenada, reconociendo nuestro rol y teniendo en cuenta que somos un país que necesita desarrollarse de manera competitiva para mejorar la calidad de vida miles de peruanos. Cuando pensemos en la transición energética del Perú, tengamos en cuenta el trilema: Seguridad, Acceso y Sostenibilidad.