El Perú tiene sobre sus hombros un serio problema equivalente a un alto riesgo para su medio ambiente: su campo automotor se rige bajo la normativa de emisiones Euro 4, la cual, si bien reduce los niveles contaminantes permitidos, aún avala el uso mayoritario de fuentes de energía que no son amigables con el ecosistema del país.
Esta regulación, además de ello, presenta un retraso de 15 años frente a la normativa de países desarrollados (Euro 6), la cual privilegia el uso de combustibles sostenibles y que ya viene siendo asumida por varios países de América Latina, entre los que lamentablemente, todavía no se encuentra nuestro país. Ello pese a que poseemos fuentes energéticas para seguir esa senda.
Pero, ¿por qué contar con esta normativa parece ser un camino lejano para el Perú? Uno de los factores, y quizás el principal, es el mito que considera que la energía eléctrica es el único combustible limpio que permitiría una transición del país hacia una movilidad sostenible. Y ello no es cierto.